Mostrando entradas con la etiqueta Jayce Landberg. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jayce Landberg. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de octubre de 2022

JAYCE LANDBERG - The forbbiden world(2020)

¡Con qué elevado frenesí me entregué, con qué intensidad me deleité con el breve anticipo de "Happy 4 you", cuya producción deficiente deslucía tal balanceante y emotivo mediotiempo que desembocaba en grande solo romántico! Con tanta fuerza se adhirió en mi cocota que para apreciarla de forma depurada no veía día.

Para ello hube de esperar varios años, hasta que hace dos años, de forma inesperada, con la portada del nuevo opus del "concertista" de guitarra sueco me topé, produciéndome grande risa el que pareciera pillado “in fraganti” despegando del suelo chicle pisado. Al punto fui a darle caza y pegué ojos al himnario para ver si traía consigo la tan ansiada ofrenda que en la tercera posición encontré. Pues no fui impaciente y como a la antigua usanza, a que me embistiera para que los oídos de placer me derritiese esperé. Al darle cuerda, del primer tema que bien me gustó su estribillo semiconquistador y aderezo de clavecín, algo muy importante me rechinó; la mezcla no la tope siquiera bien definida, por lo que las cejas fruncí, pues al pronto, el grueso de la ejecución me sonó temerosa, ¡sin precisión! ¡Y la producción como en bruto!, —¡no podía caer sobre mí tan negra suerte!—.

En esta obra hard/ heavy/ neoclásica, cuyas melodías entrañan enjundia, el sonido de batería de Humphrey desnuda de potencia y precisión hallé, lo que en cierta decepción me sumió, pues pocas cosas hay que me desagraden más en el rock, sin embargo; la voz del sexagenario Goran que mostraba signos de desgaste por ley natural —la edad no perdona a nadie, mucho menos a los que ejecutan giras exhaustivas cuyas melodías juegan con mil tonos— manifestaba interés por dar lo mejor de sí, por lo que mi respeto logró —darlo todo significa dar lo que se tenga, ¡no conseguir la perfección!—, los refuerzos de teclado que emulaban el sonido de la célebre “Tubular bells” de “El exorcista” me agradaron con moderación, empero, lo que más me satisfizo fue, como no podía ser otra cosa, la impronta inalterable del guitarrista que embebe directamente de Ynwie Malmesteen y John Norum, que dejaba reflejado su notable talento en tonadas como en la instrumental “Ghosths of Venus”, la citada “Happy 4 you” o en la exquisitez “Don´t believe” cuyo magnífico punteo neoclásico, emotivo y magnético, me dejó en trance al instante —¡pura delicia! — y su amiga cantatriz Erika ponía voz de forma correcta.

Por otro lado, de la obra que fue grabada en los prestigiosos estudios de Abbey Road —sí, yo también recelé al saber tal cosa, si bien nada tiene que ver el lugar con el procedimiento…—, no me disgustó la añadidura de sonido “árabe” en el trampantojo “God is death” cuyos arreglos eran más de lo que al pronto parecían o las más directas y veloces “Never love again” y "Russian roulette”. Al contrario de "Jelousy" que en un principio no me atrajo en demasía, mas según iba ahondando en ella me iba conquistando, sin embargo, la inacabada "Vyktorya" que a medio camino quedaba muda, jamás terminó de cundirme. Ahora bien, cuando el turno de escuchar la melodía anhelada me tocó y me topé con que nada había cambiado me llevé batacazo tal que petrificado quedé, pese a ello, no dejé de disfrutarla, pues la enjundia seguía jugosa como antes de haberla perdido la pista en Youtube.

Pena es que teniendo entre manos buena sustancia, el de Estocolmo, que toca todos los instrumentos salvo la batería, no reprodujera de forma concisa lo que podría haber sido obra más que deleitable. Dado que el resultado no es óptimo, pues entre otros menesteres la producción integra incisos flagrantes y la escucha es un tanto fastidiosa si no la hago con predisposición o con querer que me agrade a fuerza de intentarlo, le otorgo un justo 8´5.

MÚSICOS
Jayce Landberg - Guitarra, bajo, piano.
James Humphrey - Batería.
Göran Edman - Cantante.

Sello - GMR Music Group

om