Portada horrenda, no, lo siguiente. |
Fue así la cosa. Hubo una época en que la inspiración musical era pura sequía, tanto era así que no auguraba futuro halagüeño para la causa, por lo que perdía toda esperanza, toda música que purgaban mis oídos parecíame insípida, desalmada y de poca personalidad, pero un buen día de suerte, por pura casualidad, no sin cierto escepticismo e indiferencia, probé con un quinteto sueco(SW) al que ni el nombre me paré a leer que me dejó por completo turulato, con la mandíbula descoyuntada tocando suelo y segregando cantidad incalculable de serotonina.
De él ¡TODO! Me entusiasmo, pero muy especialmente el prodigioso intérprete que dirigía con determinación a sus concomitantes de forma dinámica y original; y es que su expresividad era evidente, con su voz flexible, ondulaba las complejas líneas vocales a su antojo, llevándolo a efecto en "una sola" alentada bajo el desafío que suponía hacerlo en líricas que no son zarandajas sino difusos textos, lo que era aún más desafiante y valeroso, esto es, más admirable.
Dado que el impacto me fue tan profundo, presto fui a descubrirlo. De antropónimo Tommy Karevik, porte esculpido, rostro angelical y comportamiento decente —a buen seguro rehusarán de Él los horrendos y dogmáticos negacionistas integrantes de La Orden de los Metalpacos de las Tachuelas de Acero—, este hubo su primer contacto con la música a la entrada del coro siendo mozo de quince años, luego comenzó a componer sus propias canciones, y más tarde, un amigo compañero de su aula que tocaba la guitarra eléctrica, le informó sobre la oferta de su amigo Lindholm que buscaba un cantante para llevar a cabo su proyecto Vindictiv, a lo que Tommy aceptó gustoso, convirtiéndose esta aventura que salió seis años después a la luz bajo la denominación presente, en su primera intervención profesional en el arte musical.
Acá se encargó de encarar un metal progresivo melódico de connotación neoclásica, cuya ejecución desprolija, suena sin determinación y sin fuerza, propiciada por la mezcla desatinada y la producción que desluce la ya de por sí desabrida y enclenque instrumentación, en especial las disciplinas de Wazzel que suenan vagas, los farragosos solos neoclásicos de guitarra tocados sin ton ni son que me cuestionan su proceder y el bajo de Folkare que suena mudo, a diferencia de la sustanciosa voz cromática de Karevik que además de poblar todas las composiciones, las abrillanta declamando con brío a la demostración de actitud y confianza textos que no son moco de pavo y que al pronto engañarán como buen trampantojo, en especial los interminables estribillos que no alcanzan componer sino unos pocos. He dicho.
Tal obra no apabullará ni dejará huella honda en ninguno, no hay duda, empero es experiencia gratificante para servidor seguir con lealtad el fluir del canto imparable y agotador de Sir Tommy que cansa con solo fijarse y seguirle ejercitar su prodigiosa garganta, sin cejar en su empeño de conjugar y juguetear con tonos y coloraturas de forma determinante, rápida —cosa no fácil desde luego— y elegante.
Al paso, no seré difuso en este dilucidario desentrañando cada composición, pues sería redundante en exceso ya que gran parte de las composiciones convienen en formas y despliegues que van en derechura. Si bien no queda de más, voy a destacar las que más me aturden: A place called behind, cuya melodía conserva deje oriental y estribillo infinito —este(y el resto) quedan muy lejos de ser un Lick it up—. Refrain, balada pesarosa que se abre paso con sosiego y cierra con diminuendo delicado, la poderosa Gamekeeper´s song que estalla con grito, sigue con energía y deriva en perpetuo estribillo de vigoroso dinamismo —alucinante—, y sobre todo, Second self, que hace camino de forma precisa con cierto deje doloroso al estallido en eterno estribillo enérgico y dinámico —¿¡quince líneas!?— que entraña desenvoltura de ajetreo tonal.
Cierto es, además de la portada horrendíssima que me evoca al Return to forever de Scorpions, la obra no es imprescindible ni brilla en su conjunto por lo que con razón pasó por completo inadvertido, mas no deja de ser interesante y curioso saber donde empleo por vez primera composición y canto el prodigio sueco que por motivos evidentes, fue alcanzando admiración por cierta parte de los escuchantes y consolidación. Y es que su talento es ostensible, por lo que el que vale, vale.
Puntuación - 7´5.
MÚSICOS
Fredrik Folkare - Bajo
Hasse Wazzel - Batería
Stefan Lindholm - Guitarras, Arreglos
Pontus Larsson - Teclados
Tommy Karevik - Voz
Discográfica - Escape music
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